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El tiro con arco en Colombia es un 10

Escrito en mayo de 2018





En el campo de tiro con arco Sara José López, ubicado en Pereira (Colombia), dos filas de arqueros disparan sobre una línea de dianas. Apuntan a un punto amarillo, que a cincuenta metros de distancia –medio campo de fútbol– parece del tamaño de una lenteja. La diana es como una muñeca rusa que contiene, uno dentro de otro, nueve círculos. Atinar en la lenteja amarilla, que vale 10 puntos, no tiene nada que ver con la suerte.

Arqueros que son compañeros, pero también adversarios cuando se enfrentan individualmente, entrenan codo con codo. Alejandra Usquiano, Nora Valdez, Camilo Cardona y Sara López pertenecen a la selección colombiana de arco compuesto.


El latigazo característico de las cuerdas liberadas es el mismo que en otro tiempo miles de arqueros producían al disparar una lluvia de flechas. Los deportistas, igual que los arqueros del pasado, se forman en filas intercaladas: mientras la primera dispara, la segunda descansa. A un costado del campo, un cronómetro electrónico empieza a descontar los 20 segundos que tienen para liberar la flecha. El ritmo de los disparos es constante más no descuidado; precisión y eficiencia, las máximas del tiro con arco.


La vocación


Cualquiera puede practicar tiro con arco, y descubrir la vocación suele ser casual. Heber Mantilla estaba en una ferretería buscando losas, resultó que el presidente de la liga de tiro con arco era el dueño de la ferretería y lo invitó a echarle un vistazo al campo de tiro. Él no había visto un arco en su vida. Siempre había hecho deporte con un balón, zapatillas o una bicicleta prestada, pero le ofrecieron quedarse con el arco e ingenuamente aceptó, sin saber que 23 años después entrenaría a la selección colombiana de arco compuesto.


Alejandra Usquiano, campeona de la Copa Mundo 2013, quería hacer parte de un equipo de baloncesto, pero ya no había cupos. Durante un tiempo no supo qué hacer. Hoy es la número 21 –entre 374–, en el ranking mundial de un deporte al que entró por una casualidad: escuchó que hacían falta arqueras. Probó su primer arco compuesto y la atrapó la sensación de la cuerda tensada, el arco firme en sus manos, el sonido y la vibración del disparo. El poder del arco.


Sara López la descubrió cuando acompañaba a su hermano a practicar esta disciplina por las tardes. Tenía trece años y soñaba con ser médica. Pero viendo a su hermano en esas prácticas, decidió que quería ser la mejor arquera del mundo. Lo vio como un deporte diferente. No había casi participación femenina, por lo que se propuso destacar entre los hombres. Han pasado casi diez años desde entonces y hoy ostenta tres records del mundo.


El entrenamiento


Sara López explica que sentirse bien frente a la diana es clave para no distraerse. Por eso visten sudadera y camiseta: “Si uno está disparando y siente que algo está mal, eso se refleja en los puntajes”. La distracción también puede ser una mariposa o el frío; si el arquero pierde la concentración debe bajar el arco y volver a apuntar. “Es una alineación completa de mente, cuerpo y técnica. No importa quién esté al lado. La mente tiene que estar, como la mira, en ese punto amarillo”, explica Emma Gaviria, presidenta de la Federación de arqueros de Colombia (Fedearco). Más que un entrenamiento físico, los arqueros deben tener un entrenamiento mental.


Igual que James Rodríguez o Andrés Iniesta estudian sus errores en las grabaciones de sus partidos, la tres veces campeona del mundo de arco compuesto analiza con cuidado los videos de sus competencias y analiza sus disparos. “Siempre hay que buscar los fallos en el arquero, no en la herramienta”, aclara.


El objetivo es acercarse a la perfección, explica Heber Mantilla, el entrenador. “Si disparas una flecha y te cae a un ocho, eso equivale a no pasar un examen. Estudian para sacar la mejor nota: el diez”. Pero este no es un deporte contra otros, sino de resultados individuales. De hecho López, la colombiana que ocupa el primer lugar en el ranking mundial femenino, no le preocupa tanto el oro como puntuar por debajo de su marca habitual. La pelea es contra las propias marcas.


“Fuerte y segura”, dice Mantilla mientras la mira disparar. Con esa frase la anima en competencias y entrenamientos. Da en el centro, es un 10, pero ella no se inmuta. En su mente solo hay espacio para el siguiente disparo. La arquera observa el cronómetro de los 20 segundos y comprueba las nubes, que no haya cambios de luz, viento o pájaros cerca. Exhala y vuelve a apuntar. Así, cientos de veces al día.


Un estilo de vida


Sara López, como cientos de arqueros que pertenecen a las 17 ligas departamentales de todo el país, entrena a diario, pero también estudia. Como atleta de alto rendimiento y estudiante de una carrera tan demandante como la medicina, ha tenido que cancelar materias y semestres para cumplir con competencias y entrenamientos. “Veo un semestre por año y estudio a distancia lo que enseñan en clase, pero no tiro la toalla”. Para ella, convertirse en doctora se parece a la disciplina de su deporte: paciencia, constancia y fuerza mental. Por eso no piensa dejar de disparar ni desistir de su carrera. “Todos los días hay que estudiar, todos los días hay que entrenar”.


María Emma Gaviria, presidenta de la Federación Colombiana y vicepresidenta de la Federación mundial de esta disciplina, es consciente del sacrificio adicional que deben hacer los arqueros. “A un deportista de alto rendimiento hacer su carrera le toma ocho o nueve años; dos materias por semestre” explica. Pero aunque toma más tiempo, no es imposible. Gaviria explica además que el tiro con arco, más que un deporte, es un estilo de vida: conlleva un objetivo, una disciplina y una estrategia para alcanzar una meta.


“Ser buen arquero no sucede de un día para otro. A mí me tomó cuatro años lograr un nivel aceptable. No tiene que ver con la edad, ni género, peso, ni con ser atlético. Se trata de ser el más constante y más calmado al disparar”, dice López, campeona mundial.


Pasaporte al mundo


Desde que empezó a competir hace seis años, Sara López ha visitado tres continentes y varios países: China, Turquía, Italia, México. Y aunque a López le entusiasma la victoria –tiene 25 medallas de oro–, disfruta más llenando su pasaporte de sellos.. Viajar, conocer gente, comer cosas diferentes y ver otras culturas es otra de las recompensas. “Ganar obviamente es chévere, pero disfruto más ganando experiencias”, dice la deportista. Desde que participó en las Copas Mundo 2013 y 2014, no ha dejado de hacer ambas cosas: viajar y ganar. El deporte es un “pasaporte al mundo”, añade Emma Gaviria, y explica que Sara puede viajar gracias al apoyo de la Federación y el patrocinio de empresas privadas.


Suiza es, de hecho, uno de los momentos claves en su carrera profesional, el país en el que participó en su segunda final de una Copa Mundo, el equivalente al Mundial de Fútbol, y en la que arqueros de los cinco continentes  se reunieron para medir su destreza.


El día de la competencia, en Lausanne, López es fue primera en disparar. En un video de esa mañana de 2014, se ve como la deportista recoge su arco, se para en la línea de tiro y encaja una flecha en la cuerda mientras lo levanta. No se detiene a pensar. No hay mucho tiempo, tiene 20 segundos. Abre el arco con rapidez, pero no sin esfuerzo: tensar la cuerda equivale a levantar 26 kilos.


En la quinta y última ronda, Sara tiene un punto de ventaja. Solo quedan dos flechas. La colombiana tensa el arco. No respira, apenas parpadea. Con un pulso de médica, que toma el bisturí, sostiene la cuerda contra su mejilla. Suena el silbido y es un diez. Erika Jones, su adversaria, obtiene el mismo marcador. Aunque está solo un punto por debajo, en el tiro con arco, esa es la diferencia entre perder y ganar.


Solo queda una flecha. Jones abre su arco y apunta. Un leve giro de la muñeca o un poco de viento pueden arruinar el disparo. Libera la flecha con cierta brusquedad. Es un nueve. López tiene la cuerda en su mejilla. Ocho segundos, un silbido, y la flecha se clava con un impacto sordo. Exhala y sonríe. Es un 10. Sara López ha ganado una Copa Mundo.


Un deporte joven con mucho potencial


Al final de esa competencia, Colombia apareció en el podio de la copa mundo por segunda vez en la historia. El año anterior, la también colombiana Alejandra Usquiano se había llevado el título.

Pero la carrera del tiro con arco en el país no empezó ahí, ni los resultados fueron espontáneos. Desde la creación de Fedearco en 2001, las medallas se acumulan. Colombia fue campeona en los juegos centroamericanos de 2006 en Cartagena. Dos años después, clasificó a los juegos olímpicos de Beijing, a Londres 2012, Río 2016 y próximamente Tokio 2020. El año pasado, en México, el equipo colombiano femenino de arco compuesto fue el campeón; el masculino, consiguió el bronce.


La clave fue la planificación, dice Emma Gaviria. “A los cinco años de fundada la Federación, le pedí al comité olímpico que me trajera un entrenador coreano. En esa época se decía que era el entrenador mejor pago de Colombia, ni siquiera los entrenadores de ciclismo que ya tenían medalla ganaban tanto. Una parte del gasto se cubrió gracias a un convenio entre la Federación y el Comité Olímpico, el resto nos lo buscamos haciendo empanadas”. Porque en Colombia hay apoyo si tienes medallas, si no tienes muy difícil. Necesitábamos medallas, y para tener medallas teníamos que tener entrenadores y talentos progresando. Talentos había, poquitos pero había.”


Conseguir medallas significaba aprender del país en el que el tiro con arco es una profesión, Corea. No es casualidad que el arquero y la arquera de arco recurvo que ocupan el primer puesto en el ranking mundial sean coreanos. El país asiático es la potencia mundial de este deporte. En dicho país, el tiro con arco es como el fútbol para nosotros, el deporte nacional.


El deporte ha crecido. En el 2012 había 7 ligas en el país, seis años después hay 17 ligas, es decir que se practica en diecisiete departamentos. Es un deporte que va en crecimiento. Lo que tenemos que lograr es que  en toda Colombia, los departamentos trabajen y tengan resultados.


“No es fácil que los departamentos como Vichada, como Guanía o como Córdoba se den todos los apoyos económicos que requiere un deportista. Cuando tu vas a mirar un talento y lo quieres sacar adelante le tienes que invertir. Pero cuando empieza a invertir el gobierno, cuando empieza a tener resultados. Entonces para tener resultados el departamento tiene que ayudar. La federación está detrás viendo qué puede hacer: ayudando, colaborando, sobre todo en capacitaciones. “


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